lunes, 14 de enero de 2008

Se inicia la construcción del nuevo Nelson Oyarzun

Manos a la obra
Lunes 14 de enero de 2008. Cuando el alcalde Aldo Bernucci confirmó hace pocos días, que el gobierno garantizaría los recursos para la construcción del remozado estadio Nelson Oyarzún Arenas, lo hizo no sólo para garantizar las obras, sino también para aquietar las turbulentas aguas que había provocado, días antes, las notorias diferencias surgidas en el presupuesto que se había estipulado originalmente para la construcción del remodelado recinto, situado en el corazón centro sur de la ciudad, a partir del diseño y arquitectura, que había estimado el costo de las obras en 5.700 millones de pesos, con los 11 mil millones que en definitiva costaba la construcción, en cálculo de las dos empresas constructoras que hasta ese momento participarían en la licitación de las obras. “Aquí ha habido mucha desinformación en torno al tema, puesto que siempre el gobierno garantizó los recursos y nunca peligró la remodelación ni menos la sede del Mundial sub 20 para Chillán”, indicó algo ofuscado el edil. Aunque la autoridad comunal personificó en los medios de comunicación tal “desinformación”, no especificó que el mensaje había tenido su origen en los dichos emitidos por el gobernador provincial, Ignacio Marin, quien el viernes 4 de enero había sostenido, textual: “estamos ante una situación muy compleja, que pone en riesgo la sede mundialista y el futuro del estadio”. Pese a que enseguida, la autoridad provincial precisó que “el gobierno tendrá que financiar la diferencia”, la incertidumbre volvió a apoderarse de la opinión pública, que apenas se reponía de una polémica por la posibilidad de utilizar los recursos para construir un segundo estadio para la capital de Ñuble. Quien sí salió al paso de los dichos del representante del gobierno en Ñuble, fue el presidente de la Comisión de Obras del municipio, el concejal y ex director regional de deportes (cuando era Digeder), Hernán Alvarez, quien dijo lamentar “la intervención de algunas autoridades que crean confusión en este tema”, con ocasión del anuncio del alcalde Bernucci, el 8 de enero último, en torno a que el gobierno “aterrizará” los montos a los requerimientos de las obras, descartando, además, variaciones al diseño original del nuevo estadio. En la ocasión, el edil confirmó que la Comisión Red Estadios del Bicentenario, conformada por el Gobierno para modernizar los recintos deportivos en el país, junto con los técnicos del Ministerio de Obras Públicas y Chiledeportes, se reunirá con las empresas constructoras para “aterrizar” el presupuesto y entregar los dineros por etapas. Incluso, aseveró el edil, el gobierno le giró al municipio 3 mil millones 257 mil 134 pesos para que cancelara los trabajos enmarcados en el proceso de creación del diseño, a cargo de la empresa Judson y Olivos, y aquellos correspondientes al proceso de demolición del estadio. Finalmente, como para zanjar la polémica surgida por la diferencias de montos estimados originalmente y los costos reales de la construcción, Bernucci anunció que las obras finalmente no se licitarían, sino que se asignarían directamente, en virtud de una facultad alcaldicia que entrega la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, ante una situación de urgencia, que en este caso está dada por el retraso de la adjudicación de las obras, las que se iniciarían en definitiva la semana que se inicia, considerando que actualmente el “Nelson Oyarzún” es un sitio eriazo que presenta las condiciones para comenzar la nueva construcción, fundamentó el edil. OTRO LADRILLO EN LA PARED La agitada semana recién pasada, fue una nueva valla que debió sortear la remodelación del principal reducto deportivo de la provincia de Ñuble. “Otro ladrillo más en la pared” diría Pink Floyd. Esto, porque ya anteriormente habían surgido voces de opositores a la demolición del estadio, quienes estimaban que se estaba terminando con un espacio público importante para muchas personas, que trotaban en el lugar y hacían deporte en sus instalaciones, incluyendo a alumnos de escuelas cercanas que acudían a realizar gimnasia. “Lamentablemente, el nuevo estadio no tendrá una pista para trotar, será sólo para el fútbol”, reclamaron por entonces diversos “usuarios”, quienes inclusive reunieron miles de firmas, con campaña en radios locales incluidas, para impedir la demolición y hasta presentar un recurso ante la Corte, que finalmente no prosperó. Pero no sólo amantes del trote y vecinos del estadio encabezaron una oposición a la demolición. También se multiplicaron las voces de quienes pedían construir un nuevo estadio. ¿Por qué no se utilizan los 5.700 millones de pesos para un nuevo recinto?, fue la pregunta que se hicieron muchos y que fue tomada como bandera de lucha por la entonces intendenta Soledad Tohá, quien inclusive habría propuesto el complejo Quilamapu para tales fines, aún cuando “en ese lugar no era posible realizarlo porque no está en el plan regulador”, explicaba el arquitecto del municipio, Roberto Missene. En medio de la polémica y cansado de las consultas y especulaciones, el alcalde Aldo Bernucci, se mandó una declaración para el bronce. “Tendría que ser el rey de los h. ., si no quisiera construir otro estadio”, aseguraba por las radios, en medio de su frenesí por defenderse ante ciertas críticas que lo acusaban de “no haberse movido para construir un nuevo recinto e impedir la demolición”. OTRO ESTADIO: MÁS MITO QUE REALIDAD Era una buena idea. Ganar un estadio en lugar de demoler el único existente y no sólo dejar sin un espacio recreativo a la comunidad, sino también impedir dejar sin su tradicional recinto deportivo a Ñublense, en rigor, el más perjudicado, puesto que ahora deberá buscar estadio todo este año, diligencia que a poco menos de veinte días para el inicio del torneo, sigue siendo incierta. La idea de un segundo recinto, sin embargo, nunca tuvo asidero. Por más que el alcalde Bernucci se encargaba de vociferar, con razón, que los dineros del gobierno estaban destinados sólo para la remodelación de los estadios municipales de las cuatro sedes del Mundial Femenino Sub 20, el “pecado” del edil fue no respaldar sus dichos “papel en mano”, ya que nunca se pudo conocer la opinión de la Comisión Red de Estadios para el Bicentenario. Bastaba, sin embargo, echar una mirada a los estatutos acordados durante la conformación de dicha comisión, para darse cuenta que lo de la construcción de un nuevo estadio, no habría dependido ni del alcalde, ni del gobernador o de la propia intendenta. Efectivamente, en el documento, una especie de carta de navegación -que consta en la página web del Ministerio Secretaría General de Gobierno- se establece claramente que la modernización de los estadios de todo el país llegará de la mano de la remodelación de los recintos municipales. Inclusive, se establecen etapas para la modernización, privilegiando, en primer lugar, la remodelación de las cuatro sedes mundialistas (Coquimbo, La Florida, Temuco y Chillán), mientras que el resto de los recintos del país comenzarán a sufrir transformaciones a partir de este y el próximo año. Mal podría haber peligrado, entonces, la sede mundialista de Chillán, donde inclusive se rumoreó con la alternativa de Talca –como se escuchó por entonces- si el propio estadio Fiscal de la Séptima Región, está calificado por la Comisión como “complejo deportivo”, lo que significa que deberá remodelarse en tales términos -pista atlética incluida- a diferencia de los cuatro estadios mundialistas sub 20, que no contarán con pistas. ¿De dónde salió entonces la idea de construir otro estadio?. ”Tal vez se cruzaron intereses políticos en su momento o legítimos intereses de personas o instituciones que se sienten perjudicados con el cierre del estadio, lo cierto es que era impresentable que se destinaran fondos públicos, para una labor diferente a la acordada por la comisión, aunque esa idea fuera inconcebible para algunos”, sostiene una fuente que ha seguido de cerca el devenir de la remodelación del “Nelson Oyarzún”. Despejadas, aparentemente, las dudas, el proyecto pareciera finalmente embarcarse hacia el terreno de las certezas. Una tarea titánica que a partir de esta semana comienza a tomar forma para transformarse en el objetivo final. Dotar a Chillán de un estadio con requerimientos internacionales. Y ahí sí que ganamos todos. (Reportaje de Marcelo Herrera) . www.ladiscusion.cl

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