viernes, 9 de noviembre de 2007

Soplaron aires de nostalgia en el “Nelson Oyarzún Arenas”

  Viernes 9 de noviembre de 2007. Thomas García-Romeu nació en Francia y está de paso en Chillán. Tiene 9 años y es fanático del fútbol. Su ídolo es Thiery Henry, actual figura del Barcelona y sus equipos favoritos en tierras galas, son el Sochaux y el Nisa. “El Marsella no me gusta para nada. Yo nací en Nisa y después me fui a Belfort”, sentencia, mientras se ubica en la tribuna de cemento del sector aledaño a los camarines del legendario Estadio Municipal “Nelson Oyarzún Arenas” de Chillán. Su tío lo invitó a conocer el recinto que en los próximos días cambiará radicalmente su rostro mediante una cirugía que se llevará miles de historias y anécdotas. “El estadio es bonito, aunque el de París es todo techado y más grande”, revela con total inocencia Thomas, sin sacarle la vista a la práctica de Ñublense, en vísperas de su último partido como local en el estadio que será historia a fines de noviembre. El coliseo que lleva el nombre del revolucionario entrenador que marcó a fuego el fútbol chileno y a Chillán en 1978, será remodelado por completo de cara al Mundial de Fútbol Femenino Sub-20. Quizás por eso ayer se respiraban aires de nostalgia en el estadio donde Nelson Oyarzún les enseñó a sus jugadores que “en tiempos de gladiadores no existían los segundos lugares”. Nadie quería perderse, quizás, la última práctica en el césped donde Ñublense escribió su primer ascenso a Primera A en 1976 de la mano del “Marinero” Isaac Carrasco. El mismo donde Sergio Nichiporuk, en 1980, se lució anotando goles como un gladiador del área. Ese mismo pasto que fue el escenario del descenso de Ñublense a Tercera y sus respectivos retornos del infierno en 1985, 1992 y 2004. Todos querían pisar el césped donde Néstor Zanatta timbró el ascenso de Ñublense a la Primera A el año pasado, con dos penales de antología. La maciza figura del técnico Luis Marcoleta se mezcló con un montón de niños con sus padres quienes invadieron la cancha para tocar el pasto, sacarse fotos con sus ídolos e inmortalizar el momento con interminables e improvisadas sesiones fotográficas. “Sabemos que el estadio se hará de nuevo y nos da mucha pena. Además que Ñublense se quedará sin cancha”, aseguró una apoderada del Jardín “Pintitas”, mientras los párvulos revoloteaban felices en la cancha. “A mí me gusta Manuel Villalobos”, confesó Valentino Cartes, mientras su prima, Pamela, revelaba su pasión por Chase Hilgenbrick. La invasión dio paso al fútbol, pero la nostalgia siguió rondando en cada jugada de los “Diablos Rojos”, quienes el domingo quieren despedirse con un triunfo ante La Serena. Será el adiós al viejo y querido Estadio “Nelson Oyarzún”. El romántico. El de siempre. www.ladiscusion.cl

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